![]() |
Mussolini (left) and Hitler sent their armies to North Africa and into Egypt against the British (Photo credit: Wikipedia) |
Los experimentos con
El Tercer Reich tuvo lugar entre 1933 y 1945 en Alemania, con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores. Su líder incuestionable, Adolf Hitler. Durante ese lapso histórico se produjeron hechos que marcarían la historia, como la Segunda Guerra Mundial, así como la persecución y el exterminio de comunistas, judíos, homosexuales y gitanos. Una de las facetas más desconocidas pero igualmente macabras del periodo histórico de la Alemania nazi es, sin duda, los experimentos que realizaron los médicos del régimen con humanos. Comparando los experimentos psicológicos más inmorales de la historia con las investigaciones de Mengele, uno se da cuenta que La Prisión de Stanford fue prácticamente un juego de niños.
La sociedad actual valora a los médicos
como aquellas personas que se especializan en sanar a las personas,
evitarles dolor, y procurar por su bienestar y su salud. No obstante,
durante los años del nazismo los médicos desempeñaron otras funciones.
Muchos médicos e investigadores estuvieron implicados en experimentos realizados en los campos de concentración.
Un total de 15 de los 23 médicos acusados de haber perpetrado estos
horribles experimentos fueron declarados culpables durante los juicios
de la Alemania posterior al Tercer Reich.
Hipotermia y congelación
El estudio de la congelación en humanos se realizó con el objetivo de simular las condiciones que padecían los militares en el Frente del Este.
Gran parte del ejército fallecía a causa de las bajísimas temperaturas,
o a causa de patologías asociadas a éstas, como la gripe o la pulmonía.
El experimento con humanos suponía la base científica para predecir
mejor la reacción de los cuerpos ante el frío y poder emplear algunas
variables para hacer más resistentes a los soldados ante esas
condiciones.
Las investigaciones fueron comandadas por el doctor Sigmund Rascher en los campos de Auschwitz, Birkenau y Dachau.
En el año 1942, Rascher expuso los resultados en una conferencia. De
una parte, mostraba el tiempo necesario para que un cuerpo humano se
congelase hasta el fallecimiento, y por otra, se estudiaban métodos de
reanimación para estos casos.
Los conejillos de indias de estos experimentos inhumanos fueron jóvenes rusos y judíos. Colocaban a cada una de las víctimas en barriles de agua congelada
o se les dejaba completamente desnudos a la intemperie sufriendo
temperaturas de congelación. Su temperatura corporal se medía mediante
una sonda colocada en el recto. La mayor parte de jóvenes moría al situarse su temperatura corporal por debajo de los 26 grados centígrados.
Además, llegado el momento en que
perdían el conocimiento y se encontraban al borde de la muerte, los
investigadores realizaron diferentes experimentos para tratar de
reanimarlos. Estos intentos de resucitación causaban un
gran sufrimiento en los sujetos, a quienes se mantenía al borde del
colapso durante largos e interminables minutos. Se les situaba debajo de
lámparas de rayos ultravioletas que abrasaban la piel, o se les
irrigaba agua hirviendo en el interior del cuerpo, práctica que hacía
aparecer ampollas, o se les colocaba en tinas de agua que se iba
calentando progresivamente.
Quemaduras con químicos
El campo de Buchenwald también fue escenario de investigaciones espantosas. Se quemaba con fósforo a prisioneros, principalmente gitanos, para estudiar las consecuencias de algunos compuestos químicos.
Pruebas con alta presión a grandes alturas
Probablemente uno de los experimentos
más brutales fue el realizado por Sigmund Rascher, el mismo médico que
fue artífice de las investigaciones de hipotermia antes explicadas. Himmler, dirigente de las SS, alentó a Rascher para que investigara la conducta humana en condiciones extremas de presión atmosférica.
Quiso indagar sobre la altura máxima a la que los soldados
paracaidistas y los pilotos de los aviones militares podían saltar al
vacío sin padecer daños.
De los más de dos cientos sujetos que participaron en las pruebas de Rascher, setenta fallecieron.
Cuando fue llevado delante de los
tribunales por los aliados después de la guerra, una de las
investigaciones más macabras salió a la luz. Un informe daba fe de las
anotaciones de Rascher, donde se relataba el caso de un judío de
37 años que fue obligado a tirarse desde una altura de 12.000 metros.
Después del tercer salto desde esa altura, sufrió una agonía y murió al
cabo de pocos minutos.
Experimentos genéticos
El triunfo de la raza aria
era uno de los principales objetivos de los nazis. La raza aria, sin
embargo, es un concepto pseudocientífico que usó la propaganda nazi para
establecer las bases de una sociedad en que esta falsa procedencia
étnica marcara la criba entre lo humano y lo inhumano. Desde el nazismo,
los arios, popularmente descritos como rubios, con ojos azules y de complexión atlética,
debían erigirse como la raza pura que dominaría el planeta. Las
personas que no cumplían estos rasgos, poco más que debían ser
eliminados. Las leyes que regulaban el matrimonio se encaminaron a
investigar la procedencia racial y determinar su pureza.
En los campos de concentración se
realizaron múltiples investigaciones en el campo de la genética con el
fin de perfeccionar la raza y comprender la naturaleza de los defectos
genéticos. Los experimentos más célebres fueron los llevados a cabo por
el doctor Josef Mengele, que tuvieron como víctimas a gitanos y hermanos gemelos. El apodado como “Ángel de la Muerte” escogía a los sujetos que serían investigados apenas se apeaban del tren cuando llegaban al campo de Aus
chwitz, basándose en ciertos defectos físicos o rarezas que pudieran interesarle.

Mengele recibía el apoyo intelectual del Instituto Káiser Guillermo de Antropología, Eugenesia y Genética en Dahlem, y enviaba los reportes de sus investigaciones al doctor Von Verschuer, quien desde la Universidad de Frankfurt le tutorizaba desde su profundo conocimiento en el campo de la genética de gemelos.
Con los hermanos gemelos que usaba para
sus estudios, Josef Mengele los estudiaba durante unas semanas, y cuando
les había sometido a las pruebas pertinentes, les administraba una inyección letal de cloroformo directa al corazón.
Otras pruebas espeluznantes
En las lúgubres dependencias de los
campos de concentración se efectuaban otras investigaciones y pruebas de
una violencia inusitada: torturas durante los interrogatorios, administración de inyecciones que contenían virus a humanos, esterilización forzosa y estudio para el avance en técnicas quirúrgicas.
Sin ir más lejos, el doctor Kurt Heissmeyer fue el artífice en la administración de inyecciones infectadas de tuberculosis a los presos del campo de concentración de Neungamme. Algunos de estos reos también fueron expuestos a gas fosgeno
con el fin de realizar investigaciones para hallar un antídoto para la
intoxicación, pues el gas fosgeno había sido utilizado como arma
biológica durante la II Guerra Mundial.
Los prisioneros víctimas de
investigaciones fueron también mutilados para después probar de
trasplantar las extremidades en otro preso, también mutilado. El
objetivo era descubrir si era posible el trasplante de brazos o piernas,
pero la metodología empleada fue terriblemente cruel, y los pocos
presos que no fallecieron quedaron mutilados. El experimento no logró
ningún resultado concluyente.
Otra macabra idea fue surgida del médico Hans Eppinger,
quien andaba intentando descubrir un modo de potabilizar el agua
marina. Mantuvo a varios gitanos privados de comida y agua, y les obligó
a beber, únicamente, agua de mar. Como resultado, gran parte de los gitanos desarrollaron patologías severas.

Estos experimentos llevados a cabo
durante el nazismo plantearon en lo sucesivo decisivas reflexiones de lo
que debía ser la experimentación con humanos. La barbarie pertrechada
por doctores como Mengele o Heissmeyer son un infausto recuerdo de la
sinrazón que llevó a decenas de miles de víctimas a ser torturadas en
nombre de una ciencia desprovista de cualquier ética.
No hay comentarios:
Publicar un comentario