miércoles, 30 de julio de 2014

India responde a las Google Glass con el zapato inteligente


30.07.2014 Dhanya Ann Thoppil 0
Pese a que aún no pueden comprar las Google Glass, los indios serán los primeros en todo el mundo en tener acceso al que podría ser el próximo gran avance en la tecnología para vestir: el zapato inteligente.
La startup india Ducere Technologies va a empezar a vender sus zapatos Lechal con conexión Bluetooth por más de 100 dólares el par en septiembre. Los zapatos se sincronizan con una aplicación para smartphone que utiliza Google Maps y vibra para decirles a los usuarios cuándo y dónde deben girar para llegar a su destino.
Sólo tienes que decirle a tu teléfono dónde quieres ir y guardarlo después en el bolsillo, porque la vibración de tu zapato izquierdo o derecho te irá guiando.
Ducere fue creada en 2011 por dos ingenieros indios que habían estudiado y trabajado en EEUU, y en la actualidad emplea a 50 trabajadores en la ciudad de Secunderabad, en el nuevo estado de Telengana, al sur de India.
“Los zapatos son una prolongación natural del cuerpo humano”, señala Krispian Lawrence, de 30 años, y cofundador y consejero delegado de la compañía. “Puedes salir de casa sin el reloj o la pulsera, pero nunca saldrás sin los zapatos”.
Lawrence aprovechó su experiencia como ex abogado de patentes en EEUU para conseguir 24 patentes internacionales e indias relacionadas con los zapatos vibradores de su compañía.
Ducere había desarrollado inicialmente los zapatos –cuyo nombre Lechal significa en hindi “llévame contigo”– para ayudar a las personas ciegas que dependen de bastones.
Aunque el bastón puede ayudar a las personas con problemas de vista a detectar obstáculos, no puede decirles qué camino seguir o dónde girar. “Ahí es donde entramos para cubrir ese vacío”, comenta Lawrence.
Según la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo hay alrededor de 285 millones de personas con problemas de visión, y la mayoría de ellos están en India.
Mientras probaba los zapatos, la compañía se dio cuenta de su potencial para otras personas. Por ejemplo, los corredores, la gente que monta en bicicleta de montaña y hasta los turistas pueden introducir sus destinos y olvidarse de comprobar sus teléfonos a medida que andan, ya que la vibración de sus zapatos les permitirá saber cuándo tienen que girar.
Los zapatos pueden dar una medición más precisa sobre la distancia recorrida y las calorías quemadas, comenta Lawrence.
Tanto los zapatos como las plantillas que incorporan han sido diseñados y desarrollados en India, pero se fabrican en China. El calzado y las plantillas estarán disponibles en rojo o negro, y tendrán precios de entre 100 y 150 dólares. Según Lawrence, llegarán a algunas tiendas en septiembre. Ya tiene encargados 25.000 pares, y prevé vender 100.000 en marzo.
La compañía, respaldada por tres socios capitalistas, quiere recaudar otros 4 o 5 millones de dólares para comercializar sus productos. Lawrence no quiso dar el nombre de esos socios capitalistas ni revelar la suma que invirtieron.
Ducere también está llegando a acuerdos con organizaciones sin ánimo de lucro e institutos oftalmológicos para vender los productos Lechal a personas con problemas de vista a un precio más asequible.
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Ephel Duath - Praha (Ancient Gold)

EPHEL DUATH - Shaped by Darkness (Lyric Video)

Karen O, Trent Reznor, Atticus Ross: "Immigrant Song" (from The Girl Wit...

La revolución electrónica y La tarea

Por Martín Cristal
En las “lecturas recomendadas” de William S. Burroughs (1914-1997) nunca faltan El almuerzo desnudo; Yonqui; Marica (o con su título en inglés, Queer); su epistolario con Allen Ginsberg, Las cartas de la ayahuasca (o “del yagé”); su Trilogía Nova, de los sesenta, o bien la de los ochenta: la Trilogía de la noche roja.
No menos representativos, aunque no tan renombrados, son dos libros de no ficción publicados hace poco en la Argentina: La revolución electrónica y La tarea. Conversaciones con Daniel Odier. Ambos se publicaron originalmente a principios de los setenta —con agregados y modificaciones en reediciones posteriores— y son una buena puerta de entrada al ideario de Burroughs (quien no se expresó sólo en su obra escrita, sino también en colaboraciones en otras artes y en variadas intervenciones en el campo cultural).
Burroughs shooting by Jon Blumb

La revolución electrónica

William-Burroughs-Revolucion+Electronica-Caja-NegraEste texto se basa en el gran hallazgo teórico de Burroughs: el reconocimiento del arquetipo “virus” como forma básica de la sociedad de la información. Para el autor, el lenguaje es —literalmente— un virus, que afecta al hombre y su experiencia. A partir de ahí, glosa varias técnicas de manipulación mediática con base en la tecnología de su momento: filmadoras y grabadores de cinta abierta.
El imaginario de Burroughs está bien plantado en su tiempo: Watergate, el temor a la escalada atómica, el fantasma de las manipulaciones mediáticas subliminales, los experimentos secretos de la Agencia Central de Inteligencia durante la guerra fría… y otros rasgos por el estilo, sintetizables en una paranoia de campeonato.
Con esos elementos de su presente, Burroughs capta mucho del nuestro: intuye la esencia de los virus informáticos (y el concepto de “viralización”, tan activo hoy en internet); comprende la creciente manipulación de las noticias mediante su cuestionamiento revisionista o su edición, por ejemplo con el intercambio de fotografías y textos de distintas fuentes (algo similar a lo que vimos en la comunicación de los recientes disturbios sociales en Venezuela). “Cualquiera puede jugar” con estos recursos, dice Burroughs, anticipándose a nuestra era del “hazlo tú mismo”: fotos trucadas con Photoshop, remixes y mash-ups enYouTube, fanfictions en blogs, hoaxes en cadenas de correos…
Resulta esclarecedor el prólogo de Carlos Gamerro, que articula los diferentes momentos en la obra de Burroughs y analiza sus ideas clave. Entre ellas, postula que la revolución de Burroughs no defiende alguna ideología o facción política concreta, sino que propone un ataque general al “sistema” (otro término hoy fácil de relacionar con el de “virus”). Pero “¿quién utilizará estas técnicas?”, se pregunta Gamerro, y es pertinente: el manual revolucionario también podría ser contrarrevolucionario. Burroughs opone el Caos al Control. Sí, suena a parodia del Superagente 86, pero para el viejo Bill era un asunto mucho más serio.
Completa el volumen una entrevista realizada por Tamara Kamenszain en 1975, la cual capta la excentricidad del personaje y sintetiza varios vectores de su pensamiento.

La tarea. Conversaciones con Daniel Odier

William-Burroughs-La-Tarea-Cuenco-de-plataEn rigor, La tarea (The Job) contiene a La revolución electrónica y presenta un espectro temático más amplio (si bien no cuenta con los valiosos complementos aportados por Gamerro y Kamenszain en la edición de Caja Negra). Aunque La tarea es un libro-entrevista, no está construido sólo con las preguntas de Odier y las respuestas directas de Burroughs; éste se tomó la libertad de responder, en ciertos casos, intercalando algunos textos suyos que tocaban la cuestión planteada más extensamente, o con relatos que la ilustraban, o con comentarios personales a recortes de prensa que ejemplificaban su manera de pensar. Así el libro resulta elástico en su estructura, y contiene —como señala Ariel Dilon en la nota inicial— “todo el subtexto ideológico de sus novelas”.
Muchas veces Burroughs convence más por su propio convencimiento que por la expresión llana de sus teorías, las cuales no siempre se basan en materiales científicos, sino muchas veces también en datos pseudocientíficos y hasta esotéricos. Las fuentes de conocimiento más dudosas —incluida la cienciología— son igualmente consideradas por su inteligencia, de la que uno se pregunta si canaliza una lucidez total para comprender la realidad, o si son sólo arrebatos de clarividencia entreverados con un importante porcentaje de “quemazón” cerebral tras décadas de adicción a las drogas. En cualquier caso, Burroughs se las arregla para seguir siendo interesante.
¿Qué temas agrega La tarea a los ya mencionados de La revolución electrónica? Las adicciones como forma de control social; las drogas amplificadoras de la conciencia versus las sedantes, y su relación con la escritura; la (homo)sexualidad, el erotismo y la pornografía; su marcada misoginia, su descreimiento del amor; sus técnicas experimentales de escritura (como el cut-up); su renuencia a aceptar la etiqueta beat para sí; algunas consideraciones sobre otros escritores (Joyce, Beckett, Genet); la necesidad de demoler los conceptos de “familia” y “nación”; su reivindicación de la revolución violenta, precisamente para no llegar a la destrucción total prometida por la bomba atómica; los jeroglíficos egipcios en oposición al alfabeto occidental; y también la pena de muerte, la cultura libre, las posibilidades de la clonación… Todo eso y más, en un abanico articulado de paranoia y lucidez que nos llega desde otro tiempo para que comprendamos mejor el nuestro.
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La revolución electrónica, de William S. Burroughs. Ensayos. Trad. de Mariano Dupont. Caja Negra, 2009 [1970]. 89 páginas. | William S. Burroughs: La tarea. Conversaciones con Daniel Odier.

Peruvian Electroacoustic and Experimental Music (1964-1970)

César Bolaños
CD 1: Intensidad y Altu¬ra (1964); Interpolaciones (1966) for electric guitar and tape; Flexum (1969) for woodwind instruments, strings, percussion and tape; Divertimento I (1966) for clarinet, flute, bass clarinet, trumpet, clave, piano, double bass and percussion; Divertimento III (1967) for clarinet, flute, bass clarinet, piano, and percussion instruments; I 10 AIFG/Rbt-1 (1968) for 3 performers, horn, trombone, electric guitar, 2 percussionists, 2 projectionists and 9 projectors of slides synchronized by automatic system, and tape
CD 2: Sialoecibi, ESEPCO I (1970) for piano and a recitator-mime-actor; Canción sin Palabras, ESEPCO II (1970) for piano (2 performers) and tape; Ñacahuasu (1970) for a small orchestra of 21 instrumentalists and a recitator
César Bolaños is one of the leading artists of the Latin American avant-garde of the mid 20th century. Born in Lima, Peru in 1931, he was part of an astonishing generation of Peruvian composers: Edgar Valcárcel, Olga Pozzi-Escot, Alejandro Núñez Allauca, Leopoldo La Rosa, Enrique Pinilla and Celso Garrido-Lecca, among others. After studying piano at the National Conservatory in Lima, and following classes with the Belgian composer Andrés Sas (who after leaving Europe settles in Peru), he would join the group "Renovación" (together with Valcárcel, Pozzi-Escot, Pulgar Vidal and Sas); with them Bolaños began a series of presentations and edited a music magazine. He had already composed brief pieces for piano and music for a chamber orchestra. At that time Bolaños is interested in the work of Stravinsky, Bartók and Schoenberg. But he's still far from the sound radicalism that he would reach in the future. In 1957 he traveled to New York City to study composition at the Manhattan School of Music and electronics at RCA. He met the Argentine composer Alberto Ginastera, who offered him a scholarship to study at the Latin-American Center of High Musical Studies (CLAEM) in Buenos Aires, Argentina. On his arrival in 1963, Bolaños became involved in the design and development of the electronic music laboratory of the CLAEM. There he composed his first electronic piece and the first work generated in the above laboratory: "Intensity and Height" (1964), inspired by a poem of César Vallejo. Bolaños also composed "Interpolations" (1966) for electric guitar and magnetic tape, "Spaces I" (1966), "II" (1967), "III" (1968) for magnetic tape, the experimental audio-visual cantata "Alpha-Omega" (1967), instrumental and mixed pieces like "Flexum" (1969), "I-10-AIFG/Rbt-1" (1968), and, with a commission from Radio Bremen (Germany), "Nacahuasu" (1970), inspired by the Che Guevara diaries. Bolaños also experimented with computers, and composed two pieces with the mathematician Mauricio Milchberg. "Sialoecibi" (1970): ESEPCO I (computer sound-expressive structure)* for piano and a recitator-mime-actor (a work that satirizes the organization language initials from the 1950's) and "Song without words", ESEPCO II (1970) "Homage to the unpronounced words" for piano (2 performers) and tape. For the composition of these pieces Bolaños and Milchberg introduce into the computer parameters to have the machine generate a composition from the information obtained by the composer's production.
These recordings bring together for the first time a definitive edition of his work on CD.

SONIDOS EN LA OSCURIDAD: MÚSICA ELECTROACÚSTICA EN EL PERÚ DESDE LOS AÑOS 80S

miércoles, 20 de junio de 2012





SONIDOS EN LA OSCURIDAD: MÚSICA ELECTROACÚSTICA EN EL PERÚ DESDE LOS AÑOS 80S* 

 Por Luis Alvarado

En el número 103 del boletín Casa de las Américas, aparecido hacia la segunda mitad de 1984, se incluye un artículo del compositor y musicólogo peruano Aurelio Tello, que nos ofrece un panorama de lo que por entonces era la última generación de compositores peruanos: los de la generación del 70, a la que Celso Garrido-Lecca bautizó como “Los Superstars”. Haciendo un balance de la producción musical de dichos compositores, Tello dice: “Algunos signos de las condiciones de nuestro trabajo pueden verse a primera vista: lo reducido de las dotaciones instrumentales, ningún acceso a la tecnología contemporánea, la actividad limitada al ámbito de la Escuela Nacional de Música, apenas un concierto anual, la elaboración de las obras en horarios marginales a las actividades cotidianas, etc.”. (1) 

Este comentario nos da una primera aproximación al estado de cosas en el Perú iniciado ya la década de los 80s. Vayamos por un momento un poco más atrás. Los dos compositores peruanos que habían brillado en el campo de la creación con medios electrónicos durante la década del 60 y 70 son César Bolaños y Edgar Valcárcel. Ambos realizaron sus composiciones en el exterior: Bolaños en Argentina, en el Laboratorio de música electrónica del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM) del Instituto Torcuato Di Tella, mientras que Valcárcel trabajó en el laboratorio de la Universidad Columbia, en Estados Unidos en los 60s y en la Universidad Mc Gill, en Canadá, en los 70s. Bolaños retornó al Perú en 1973 y se dedicó a la investigación musicológica, gracias a un trabajo que le ofreció el naciente Instituto Nacional de Cultura. Realiza una que otra obra instrumental y hacia fines de los setenta prácticamente decide abandonar la composición. Sin embargo está abocado por completo al estudio de instrumentos prehispánicos. De otro lado, Valcárcel ve frustrado su intento de construir un laboratorio de música electrónica en la Universidad de Ingeniería tras su retorno a Lima en 1967. Vuelve a Canadá a fines de los 70s y de ahí regresa con dos obras electrónicas más.



En conclusión, lo aprendido por ambos compositores en el exterior no encuentra en Lima un soporte mayor, más allá de algunas conferencias y al estreno de sus diversas obras que logran estimular a una generación más joven. A pesar de que el sueño del laboratorio no se cumplió hubo sin embargo quienes aprovecharon las condiciones que el medio ofrecía. Rafael Junchaya Gómez compuso a fines de los 60s una pieza electrónica como fondo de una obra teatral usando una grabadora de carrete abierto y diversos instrumentos de percusión. Alejandro Núñez Allauca compuso en los 60s dos obras concretas usando unos grabadores de carrete abierto, antes de irse becado al Instituto Di Tella, donde también compondría una pieza electroacústica. Pedro Seiji Asato compuso en 1972 una pieza mixta usando grabaciones de radio. Y Luis David Aguilar compuso desde fines de los 70s y ya entrados los 80s piezas instrumentales, para dos películas documentales de José Antonio Portugal, con un esmerado tratamiento de posproducción que lo vuelven un pionero en nuestro país, del aprovechamiento de los recursos y efectos del estudio de grabación para la grabación de una pieza instrumental. Además, con un sintetizador Moog, compuso dos insólitos experimentos de nueva canción, con una base totalmente electrónica. No hay que olvidar tampoco los trabajos que casi secretamente venía realizando el percusionista Manongo Mujica, quien encerrado en un estudio de grabación compuso una serie de obras para cinta, entre ellas algunas usadas en los cortos de video experimental del artista Rafael Hastings. O el caso de Miguel Flores, que había sido baterista de Pax y tras formar el grupo de neofolklore Ave Acústica, en 1974, inició un proceso de investigación que lo llevó, ya en los 80s, a fusionar la música andina, los cantos ashánincas con sonidos electrónicos y usos extendidos de los instrumentos. Estos trabajos fueron usados como banda sonora para un espectáculo de la bailarina Luciana Proaño. (2) 


Podemos decir que la creación musical con medios electrónicos, realizada en el Perú, se mantuvo de manera esporádica, a pesar de las condiciones difíciles de producción y en buena medida se desarrolló en ámbitos distintos a los de la música académica (video, danza y teatro). Por otra parte, la diáspora era como siempre la única opción plausible para el compositor electroacústico en el Perú de aquel entonces (y aún de hoy). Hacia fines de los 70s dos compositores peruanos salen del país para realizar estudios de música electrónica: Claudia Woll viaja a la Universidad del Sur de California y Arturo Ruiz del Pozo a la Royal Collage de la Universidad de Londres. A su retorno cada uno toma rumbos diferentes y será la obra de Ruiz del Pozo la que nos dé la pauta para empezar a tejer el hilo histórico de la música electroacústica en el Perú, desde los 80s. En Londres, Ruiz del Pozo se graduó con una serie de obras concretas, usando grabaciones de instrumentos nativos, aprovechando todos los recursos sonoros que estos brindaban, incluidas frotaciones o golpes. A esas piezas llamó Composiciones Nativas. Volvió al Perú, y junto a Manongo Mujica y Omar Aramayo integró un grupo de experimentación llamado Nocturno, publicó sus Composiciones Nativas en una autoedición en cassette y realizó una serie de conciertos en los que, además de la música, que básicamente era lanzada desde sus propias matrices en cinta magnetofónica, incluyó proyecciones con luces, agua, aceites y tintes, a la mejor manera de las proyecciones psicodélicas de los grupos de rock de San Francisco. Uno de estos conciertos se realizó en el Auditorio del Banco Central de Reserva, en agosto de 1984. Y a este concierto acudió un compositor y musicólogo puneño llamado Américo Valencia (3), quien a los pocos días publicó un artículo en el diario La República diciendo:

A pesar de su nombre y de los instrumentos nativos que según se anuncia, han sido utilizados para lograr sonidos primarios del procesado electrónico, la música aleatoria-electrónica-concreta experimental que tratamos no tiene ningún sustento social-cultural dentro del proceso de la música peruana en general, menos, en el desarrollo de la música andina. Así, esta música experimental tampoco tiene nada que ver con la real música experimental que viene del Ande”.

El comentario de Valencia obtuvo una respuesta del crítico musical Roberto Miro Quezada (un especialista en jazz), generando una polémica que dio como resultado cinco interesantes artículos que sintetizaban las tensiones que ya desde los 70s parecían dirigir algunos de los rumbos de la música peruana, por un lado ese nacionalismo renuente a las “modas importadas” y por otro lado, y aunque más replegado, un interés en un sector de abrirse a la experimentación sonora y las fusiones. Roberto Miro Quezada le respondería a Valencia:

¿Por qué le incomoda que Arturo Ruiz se inspire en sonidos andinos? No he conversado con Ruiz a este respecto –no tengo el gusto de conocerlo- pero no creo que se arrogue la exclusividad de la música experimental andina. Es más: no creo que Arturo Ruiz piense que está haciendo música andina. Como individuo que ha nacido en estas tierras llamadas Perú, se inspira en uno de los elementos culturales que le son constitutivos.”

(Para leer los 5 artículos de la polémica Valencia - Miro Quezada hacer click AQUÍ)

Para poder comprender el clima cultural sobre el que van a surgir los nuevos compositores, debemos retroceder nuevamente a los 70s. Como sabemos el ingreso del General Juan Velasco Alvarado en 1968, mediante una Junta Militar que derrocó al presidente Fernando Belaunde Terry, provocó una transformación en el imaginario cultural del país al reivindicar el folklore y las manifestaciones culturales autóctonas, como signo del fin de una oligarquía que había dominado al país. Se le otorgó el Premio Nacional de Cultura en el rubro de Bellas Artes al retablista ayacuchano Joaquín López Antay. Y lo más importante, el compositor peruano Celso Garrido-Lecca fundó en 1974 los Talleres de la Canción Popular, inspirado por su experiencia con grupos de izquierda y de Nueva Canción en Chile, país en el que vivió por 25 años, hasta su retorno al Perú en 1973. Impulsó además la enseñanza de instrumentos autóctonos en el Conservatorio Nacional y en general le dio un dinamismo a la música peruana, proponiendo una mirada hacia “sus raíces”. Se formaron así una gran cantidad de notables conjuntos folklóricos. La nueva canción ocupó un espacio importante en la vida cultural de Lima y tuvo su momento de clímax con la creación, ya en 1986, de la Semana de Integración Cultural Latinoamericana, auspiciado por el Gobierno de Alan García, a donde llegaron muchas de las luminarias de la canción latinoamericana de entonces, con un desembolso astronómico en la producción. El compositor peruano Enrique Iturriaga, desde el Conservatorio Nacional, diría por entonces que dicho evento se estaba haciendo de espaldas a la realidad. (4) 

“Hay que mirarnos a nosotros mismos”, decía Celso Garrido-Lecca. Valcárcel le respondería que nadie tiene que enseñarle a él su vivencia andina pues él la tenía de nacimiento. Por si fuera poco Valcárcel denunciaría en más de una ocasión (públicamente) haber sido acusado en los 70s de músico pro imperialista, por difundir música de vanguardia. El caso es que estas tensiones permiten hacer visibles dos enfoques ideológicos difícilmente conciliables. Y eso es lo que todavía podemos encontrar en la polémica de Américo Valencia y Roberto Miro Quezada, una dicotomía autenticidad/importación, que había que superar.

Escuche su tiempo 

Al año siguiente de la polémica, en 1985, Américo Valencia viaja a Estados Unidos para seguir un curso de postgrado en música electrónica. Adquiere algo de equipo pero sus intereses se inclinaran más por la investigación de instrumentos andinos, sobre todo de los sikuris. Su nombre volverá a hacerse visible hacia 1988 cuando funda el Centro de Investigación y Difusión de la Música Peruana junto a otro compositor llamado José Sosaya. Sosaya era natural de Trujillo, llegó a Lima a fines de los 70s y se convirtió en alumno destacado del Conservatorio. En 1984 viajó a Francia por dos años donde siguió un curso de música electrónica con el Groupe de Recherches Musicales de París y otro curso más en el Conservatorio de Bologna. A su retorno a Lima, Sosaya realizó algunas conferencias pero tuvo que esperar recién al año 1990, en que adquirió un sintetizador y una computadora para poder componer sus obras electrónicas. 


Antes de viajar, Sosaya había conocido a otro compositor llamado Gilles Mercier, quien también enrumbó a Francia para matricularse en el Conservatorio de Lyon. Mercier ya se había iniciado en la experimentación electrónica participando en la creación de una banda de sonido para un documental realizado en 1983. A su regreso de París en 1989, continuaría sus experimentaciones usando grabadores de cinta y formaría el grupo de improvisación Códice con el que realizaría una única presentación. Con el Centro de Investigación y difusión de la Música Peruana, Sosaya realiza dos conciertos en el año 90: “Escuche su siglo” y “Música peruana contemporánea”. En ambos conciertos Gilles Mercier presentaría piezas electrónicas, en tanto que Sosaya únicamente piezas instrumentales. La pieza “Arp 2600” de Gilles Mercier fue resultado de un curso sobre el sintetizador SY-77, del que el compositor participa en Sao Paulo ese mismo año. Con ese mismo sintetizador compondría también una de sus piezas más reconocidas “Metamorfosis del sonido”, para cello y sintetizador, compuesta dos años después.

A Sosaya y Mercier se les unirían dos compositores más, salidos del Conservatorio: Edgardo Plasencia, quien se había ido a estudiar composición electrónica en Viena en 1988 y Rafael Junchaya, alumno de José Sosaya. Los cuatro compositores harían un concierto el 5 de diciembre de 1991, en el Teatro Larco de Miraflores, al que llamaron “Música Electroacústica Peruana, síntesis digital y MIDI”. El concierto, que también fue organizado por el Centro de Investigación de la Música peruana, fue realizado gracias a la iniciativa del Grupo de Investigación Teatral, Umbral, que dirigía el reconocido actor y director Alberto Ísola. Este debe ser tal vez el primer concierto que se realizó en el Perú dedicado únicamente a la música electroacústica, fue además promocionado como el “primer concierto MIDI de obras peruanas”. En total fueron cuatro las obras, entre ellas “Variaciones sobre un sonido”, de Plasencia, que había compuesto dicho año en el Estudio de la Hochsule fur Musik en Viena, donde cursaba estudios y también. Se trataba de la primera obra MIDI peruana y utilizaba el sonido de un charango como materia primera sonora, usando un sampler Akai. También se escuchó aquella vez “Piedra del Qosqo”, para dos sintetizadores y ordenador, de Rafael Junchaya, compuesta usando un CZ-3000, un Roland D-10 y una Atari 1040ST con el programa Dr T’s KCS II, se trataba también de su primera obra electrónica. (5) 

Este grupo de compositores estaba creando ya un imaginario o una nueva cultura en torno a la composición electroacústica, aun con la precariedad y los pocos recursos con los que disponían. Las relaciones entre tecnología y arte en Lima no habían sido precisamente muy intensas y tampoco muy visibles, pese a la aparición del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec), que dio gran apoyo a la cultura y sobre todo a la investigación en diversas manifestaciones. Hay que señalar que, coincidentemente con la presentación de este concierto MIDI de obras peruanas, otras experiencias ocurrían en simultáneo. Por ejemplo la aparición del artista ruidista Álvaro Portales y su proyecto Distorsión Desequilibrada, al que acompañó con su “Industrial Noise, Manifiesto 1”. Meses antes también del concierto midi de obras peruanas se realizó el concierto Síntomas de Techno, en el teatro La Cabaña , en donde muchos grupos de música techno, armados de teclados y sintetizadores, se juntaban por primera vez y se daban a conocer. Efectivamente era síntoma de algo. El Perú entraba a un periodo de incertidumbre también tras el autogolpe de Estado del presidente Alberro Fujimori. A la vez, el país trataba de recuperarse de su aislamiento cultural y de la hiperinflación que había padecido durante los 80s.

Para 1993 la dupla Sosaya-Mercier llevaría sus inquietudes un poco más lejos con la creación del GEC (Grupo de Experimentación y Creación), al que se suma el guitarrista Oscar Zamora, y que les permite ubicarse como una alternativa de creación electroacústica. Ese mismo año, y por intermedio de Sosaya, el Conservatorio adquiere un sintetizador Yamaha SY 77. El grupo produce un concierto en el Instituto Goethe donde se presentan obras electroacústicas de Gilles Mercier, Rafael Junchaya, José Sosaya y César Bolaños, además de piezas instrumentales de otros compositores peruanos. Como resultado de estas experimentaciones con el GEC, Gilles Mercier produce en 1994 una de las obras más singulares de este periodo, llamada “Improva”, para guitarra procesada, sintetizador y ordenador y que fue estrenada ese mismo año. El autor ha calificado su obra de Kageliana, aludiendo al trabajo del compositor vanguardista argentino-alemán Mauricio Kagel.

El GEC es un poco la semilla para que en 1995 José Sosaya funde el Taller de Música Electroacústica del Conservatorio Nacional. Se creó así un pequeño laboratorio compuesto de elementos muy básicos: el sintetizador Yamaha SY77, una pequeña consola de 8 canales y una computadora Pentium que tenía instalado el software Cubase. Ese pequeño equipo constituyó nuestro flamante primer laboratorio de música electroacústica oficial, en el Perú. Y allí se crearon un aproximado de veinte composiciones, en un periodo de dos años, dividido en cuatro ciclos. Se inscribieron en dicho taller los siguientes alumnos del Conservatorio Nacional, tanto de la especialidad de composición como de musicología: Nilo Velarde, Julio Benavides, Renato Neyra, Federico Tarazona, Fernando Panizo, Eduardo Suarez, Alipio Bazán, Carlos Mansilla, Cesar Morillo Benavides, Andy Icochea y Daniel Sierra. (6) De todos estos compositores sólo Julio Benavides, Nilo Velarde y Federico Tarazona desarrollarían un mayor interés por la composición electroacústica. Benavidez quedaría luego a cargo del curso de composición electroacústica en el Conservatorio Nacional.

En el caso de Tarazona, seguiría estudios de composición electroacústica en Francia, además de desarrollar una importante trayectoria como charanguista. Entre sus obras hay que destacar “Metarangosofía N° 1” (1995) y “N°2” (2005), en los que utiliza muestras sonoras del charango que procesa electrónicamente, creando un tejido sonoro de gran riqueza de texturas. Simultáneamente al surgimiento de este pequeño laboratorio otros compositores peruanos desde el exterior estaban produciendo una obra importante. Es el caso del ya mencionado Edgardo Plasencia, uno de los compositores más prolíficos y de espectro muy amplio (ha pasado por diversas variantes del techno y house). Su serie de composiciones “Fractal Songs”, de 1993, son notables como también la serie de obras compuestas entre el 2001 y 2003.

Otro caso especial es el de Rajmil Fishman, radicado en Keele, Inglaterra, cuyo trabajo ha mantenido un vínculo con la música peruana, y con el uso de sonoridades de la tradición afroperuana en especial, como material para algunas de sus composiciones. Además de una gran cantidad de piezas electroacústicas ha realizado también piezas audiovisuales y sobre todo piezas mixtas, entre las que hay que mencionar Los Dados Eternos (1994), para oboe, cinta y electrónica en vivo, que es tal vez una de las obras peruanas electroacústicas más ambiciosas de este periodo. En el 2007, el sello canadiense EMF publicó un disco con sus composiciones electrónicas llamado A Wonderful World.

Rajmil Fishman

César Villavicencio

Además de Rajmil otro compositor peruano importante que ha seguido una carrera en el exterior es César Villavicencio, radicado en Sao Paulo, Brasil, tal vez uno de los primeros peruanos en trabajar con sensores a fines de los 90s, junto a otros colaboradores ha construido la e-recorder, instrumento que puede grabar y procesar sonidos en vivo. Ha desarrollado además toda una teoría en torno a la improvisación y el uso de instrumentos electrónicos. La pieza mixta “Mundos” (2004), para instrumentos tradicionales procesados es una de sus composiciones más importantes.

La era del acceso 

Para mediados de los 90s el Perú ha logrado restablecerse de su aguda crisis económica. La llegada de Internet permitió además un gran acceso a información que se tradujo en una diversidad de estilos musicales que empiezan a darse a conocer. A eso se suma la socialización de la tecnología producida por el abaratamiento de las PCs y Laptops. Como bien diría Julio Benavidez en una reciente entrevista: “Llego a la tecnología pues era el instrumento más económico para generar objetos sonoros”. Ya para las nuevas generaciones de compositores electroacústicos peruanos, el panorama es otro.

En 1995 empieza a operar Alta Tecnología Andina que será la encargada de organizar el Festival de Video Arte Electrónica y es cuando de pronto se legitima una categoría diferente en el plano local: que es la de los nuevos medios, una categoría flexible y regida esencialmente por el medio usado, es decir, medios electrónicos, nuevas tecnologías. Los Festivales de Video Arte en Lima serán el signo de un boom de arte con nuevos medios que va a permitir también que la música electroacústica salga, aún tímidamente, de su espacio estrictamente académico y los compositores confluyan por igual con artistas electrónicos y video artistas. El renovado mundo de las artes visuales de Lima a fines de los 90s le abre así un espacio a la experimentación con nuevos medios y de pronto en un mismo lugar participan música electroacústica, música experimental, improvisación, ruidismo, etc. Y muchos jóvenes artistas se sitúan en ese limbo en el que confluyen diversas tradiciones, acorde con esa hibridez y disolución de fronteras que caracterizan a las propuestas musicales contemporáneas asociadas también al sound art. Ese es el caso de los nuevos compositores electrónicos, de tradición académica, que se dan a conocer en la década del 2000, como Jaime Oliver o Renzo Filinich. Pero de eso ya daremos cuenta en un próximo artículo.

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*Una primera versión de este artículo fue presentada como ponencia en el Foro Latinoamericano de Música por Computador, realizada en Julio del 2010, y organizada por Realidad Visual. Imagen abridora: José Sosaya durante presentación de obras electrónicas del Taller de Música Electroacustica del CNM, 1996.

Notas

(1) El texto de Aurelio Tello se titula “Nuevos Compositores en el Perú” y fue reproducido en el número 18 de la revista Hueso Húmero, en octubre de 1984
(2) Las obras de Núñez Allauca son: “Variables para seis y cinta magnética” (1967), “Divertimento para cuatro voces femenina” (1967), ambas usando grabaciones de voz y ruidos. “Gravitación Humana” (1970), compuesta en el Di Tella. Pedro Seiji Asato compuso “Quasar III”, usando grabaciones de radios de onda corta. El grupo con el que Miguel Flores grabó las piezas para el espectáculo de Lucia Proaño, estaba integrado por Abelardo Oquendo (guitarra), Manuel Miranda (vientos), Arturo de la Cruz (sintetizador) y Miguel Flores (percusión). En voces Corina Bartra y mujeres ashánincas.
(3) Quién había sido parte de los Talleres de Canción Popular.
(4) El grupo Alturas, que participó del SICLA, cuestionaría también los excesos de la producción, ante la magra situación por la que pasaba La Escuela Nacional de Folklore. Otro gran evento que encarnó está fiebre por el folklore pero sin duda matizado de una búsqueda experimental fue “Markahuasi 88, Encuentro por la paz”. Un concierto realizado en la meseta Markauasi, a 4 mil metros de altura. Participaron bandas de rock, grupos folklóricos y se presentó como estelar la obra “Canto a Markahuasi”, de Arturo Ruiz del Pozo (organizador del evento) que mezclaba el rock sinfónico, con el folklore, y abundante uso de sonidos de sintetizador. Del Pozo contó en la banda con Manongo Mujica, Chocolate Algendones, entre otros. El evento convocó a 5 mil personas y contó con apoyo del Concytec.
(5) Cuenta el propio Rafael: “A mediados de los 80s, cuando ya estaba en la UNI estudiando arquitectura, fue mi padre quien se interesó por los sintetizadores digitales que estaban empezando a llegar. Fue a iniciativa de él que compramos un Casio CZ-3000, que ya tenía MIDI, pues para él la idea de conexión con la computadora era atractiva. Claro, no teníamos computadora aún, pero la posibilidad estaba allí. Descubrí que ese sinte, a pesar de ser uno de los primeros digitales con MIDI, tenía opciones de generación de sonidos bastante avanzadas, como envolventes de ocho pasos para controlar los filtros. No tenía velocity ni aftertouch, pero mantenía una herencia de los sintes analógicos con un key follow y un glide. Yo lo usé en principio para hacer rock con un grupo de la UNI-San Marcos (TTL), pero a fines de los 80s mi padre decidió comprar una compu y en ese entonces la mejor opción para trabajar con MIDI era la serie ST de Atari. Así que compramos una Atari ST1040 y me conseguí algunos programas. Mi padre estaba más interesado en la posibilidad de oír sus obras orquestales con la combinación compu/sinte, y el CZ no tenía los mejores timbres en ese sentido. Compró luego un Roland D-10 que era algo mejor para ello. Con estos dos sintes y la compu empecé a crear cosas más electrónicas”.
(6) Las obras que se compusieron en el taller son: “Glissando 5” de Nilo Velarde, “Música 1” de Julio Benavidez, “Athe” de Renato Neyra, “Estudio 1” Federico Tarazona, “Internophonía” de Fernando Panizo, “Espacios” de Eduardo Suarez, “Conflictos” de Alipio Bazán, “Pacha” de Carlos Mansilla, “Intemporal”, “ABSTrackSion” e “Impresión” de José Sosaya, “Celeste” de Andy Icochea, “Fitoplasma” de Daniel Sierra, “Escena musical” de César Benavidez, “Mutaciones 1” de Gilles Mercier.

martes, 29 de julio de 2014

LA VERDADERA HISTORIA DE SARAH ELLEN: La vampiresa “mediática” del Perú

martes, 23 de octubre de 2012

LA VERDADERA HISTORIA DE SARAH ELLEN: La vampiresa “mediática” del Perú

Era 1993 y en el Perú se había instaurado una dictadura especialista en crear diversos psicosociales con el objetivo de manipular a la opinión pública utilizando para ello a la prensa basura y desviar la atención de sus delitos ¿recuerdan los cristos pintados o las vírgenes que lloran?. Así, esta falsa historia de una “mujer vampiro” le cayó como anillo al dedo y no dudo en utilizarlo a su favor para sus perversos fines. La leyenda comienza a principios de 1913, cuando Sarah Ellen de 41 años, fue “acusada de asesinato y práctica de brujería”. En el juicio celebrado en Blackburn (Reino Unido) fue declarada culpable y condenada a muerte. La pena consistió en que debía ser encadenada y sellada viva en un ataúd forrado de plomo. La sentencia se llevó a cabo el 9 de junio de 1913. Mientras la tapa del ataúd se estaba cerrando, desde allí gritó que no la matarían y regresaría 80 años después para vengar su muerte. Cuando John Roberts, esposo de Sarah, no pudo enterrarla en su tierra natal debido a la negativa de las autoridades “inicio una travesía hasta llegar al Perú - concretamente hasta la localidad de Pisco - donde fu finalmente fue enterrada”,La otra parte del cuento ocurrió 80 años después, en 1993. A principios de ese año, en un programa televisivo de Cristina Saralegui se presentó un supuesto “vampirólogo” - uno de esos charlatanes que nunca faltan – quien expuso sobre el vampirismo en América Latina y contó la “historia” de las tres mujeres vampiros que murieron y fueron enterradas en diversas partes de América, nombrando entre ellas a una desconocida Sarah Ellen, la cual debía “resucitar” en el Perú en 1993. Así, cuando se cumplieron los ochenta años de su fallecimiento, la noche en que supuestamente Sarah Elen “resucitaría”, cientos de ilusos esperaron su “resurrección” en el cementerio de Pisco armados de crucifijos y estacas para rematarla, pero como es obvio, al final nada paso. Se llego al colmo del ridículo cuando la televisión adicta a la dictadura transmitió “en vivo” dicho acontecimiento. Sin embargo la disparatada historia de la mujer vampiro no termina allí, porque luego hicieron correr el rumor que era una “santa” y desde entonces existe gente que le lleva flores a su tumba atribuyéndole “curaciones” y “milagros”. Como es lógico suponer, esta noticia fue motivo de burla por la prensa británica  - como el Daily Mail, cuya portada acompaña nuestra nota - quienes al consultar a los historiadores acerca de este asunto, afirmaron categóricamente que la historia es completamente falsa ya que en primer lugar, en 1913 no se perseguía ni castigaba a las brujas, cuando esta costumbre data el siglo XVIII y no es propia del XX. En segundo lugar, la tal Sarah Ellen en realidad fue una tejedora del condado de Burnley. Casada con John Roberts, también tejedor, este decidió visitar en 1901 a su hermano menor que se había establecido en el Perú, pero durante el viaje falleció Sarah. Es por ello que su marido se vio obligado a llevarla en un ataúd improvisado. Al llegar a Lima, quiso trasladarse con el cuerpo de su mujer a Arequipa donde residía su hermano, pero en el camino comenzó a levantar sospechas por el ataúd que llevaba consigo y decidió enterrarlo en el pueblo mas cercano y ese fue Pisco. Este extraño incidente fue el origen de un mito local, el cual habría pasado al olvido si no fuera por aquel charlatán que se presentó en la televisión, En suma, esta es la verdadera historia de Sarah Ellen y es por ello que los historiadores británicos no se explican como los peruanos pueden considerarla una bruja: "Esa superstición puede ser comprensible en el Perú de 1913, pero es risible comprobar que en pleno siglo XXI sigan con lo mismo” sentenciaron. Y no les falta razón.
http://elladooscuro525.blogspot.com/2012/10/la-historia-de-sarah-ellen-la-vampiresa.html
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LA SIRENA DE HUACACHINA: Una leyenda que perdura en el tiempo

martes, 13 de agosto de 2013

A solo 5 km al oeste de la ciudad de Ica, rodeada de palmeras, en medio de las dunas del desierto, aparece como una ensoñación la laguna de la Huacachina, que antaño gozaba de fama gracias a las propiedades medicinales de sus aguas provenientes de filtraciones subterráneas. Hasta hace pocos años, la laguna de la Huacachina era un tranquilo balneario, ideal para descansar y disfrutar del paisaje. Si bien alrededor de las orillas de la laguna aún se pueden apreciar sus palmeras datileras, sus añosos algarrobos, sus antiguas residencias y el remodelado hotel Mossone, hoy ya no es lo mismo debido tanto a la contaminación de la laguna que hace peligroso bañarse en ella, como al grave retroceso de las dunas, que están perdiendo altura debido a la masiva práctica del sandboard (o deslizamiento de arena) y a la numerosa presencia de autos areneros o tubulares que las atraviesan sin control alguno. Asimismo esta el problema de su espejo de agua que ha bajado considerablemente si lo comparamos con el de años anteriores. Es por ello que las autoridades deben poner mas empeño para contrarrestar estas amenazas y salvar al oasis de su desaparición y con el, de la leyenda acerca de su origen: Se dice que en tiempos del Imperio Inca vivía cerca de este lugar una joven princesa, que era conocida por todos como Huacca-China (la que hace llorar). Era una princesa de verdes pupilas, áurea cabellera y que cantaba de una manera extraordinaria hasta el punto que todo aquel que escuchaba su melodía lloraba, porque ella tenía un secreto y es que su corazón quedo enamorado de un amor no correspondido. La princesa buscaba un rincón donde llorar y al hallarse libre, cavaba ante el árbol un hueco donde hundir el dulce nombre de su amor. En cierta ocasión en el hueco que había abierto en la arena, ante el algarrobo, se llenó de agua tibia y sumergió su blanca desnudez. Cuando salió del baño, se envolvió en la sabana y al verse en el espejo, descubrió un espía, un cazador, que al ver su belleza, quedó prendado de sus encantos, viniéndose como un sátiro, hacia ella. La princesa huyó seguida obstinadamente por el cazador entre la vegetación del lugar, en las cuales iba dejando trozos desgarrados de su manto, que por momentos dejaban ver su desnudez. La sabana quedó enredada en un zorzal y la princesa quedó desolada sin fijarse en nada. Entonces la sabana abierta se hizo arenal. Siguió huyendo la princesa con su espejo en alto, cuando quiso dar un salto tropezó y de su puño falto de fuerzas, se escapó el espejo. Y ocurrió una conmoción, ya que el espejo roto se volvió una laguna y la princesa se transformó en una sirena que en las noches de luna sale a cantar su antigua canción. Los residentes de la zona sostienen que existe una corvina encantada, la cual dicen haberla visto, pero por más empeño que hagan, nunca llegan a apresarla en sus redes”. Sin embargo, dado el estado actual en que se encuentra la laguna, no cabe duda de que la sirena tiene razones más que suficientes para seguir llorando ¿no lo creen ustedes?

El nacimiento de la movida subterránea


En Dedo Medio, esta imperdible crónica sobre la movida subterránea peruana, a cargo del narrador Carlos Torres Rotondo.
A medida que en el link aparezcan las partes no publicadas, daré cuenta de las mismas.
Como bien saben, CTR es el hacedor de Demoler y co-autor de Poesía en Rock.

...

"Puta madre, nosotros somos Leusemia y tocamos temas propios, no como los huevones que vienen después de nosotros, ¡canten en castellano, carajo!… ese podría ser el grito iniciático del rock subterráneo en el Perú, espetado por el legendario Daniel F. A mediados de la década de los 80, cuando el Perú se debatía entre apagones y coches bomba, un grupo de muchachitos palomillas empezó a juntarse para hacer rock, pero un rock que hable más de lo que ellos vivían, en el idioma que hablaban y granputeando a los que entonces eran vistos como los enemigos. Ponte las botas negras y la casaca con púas y empieza a pogear con esta historia de uno de los movimientos más importantes en el rock nacional...

La movida subterránea es el fenómeno contracultural más importante surgido en el Perú en las últimas décadas. Los subtes salieron a la luz a fines de 1984 e inmediatamente resucitaron el rock nacional luego de un largo periodo de oscuridad, agregándole una actitud y una lucidez inéditas. No tenían líderes y hacían las cosas ellos mismos. Registraron con fidelidad el crudo sonido de las calles de Lima en los ochenta y llamaron a las cosas por su nombre en una época de violencia, desencanto y crisis social generalizada. El caballito de batalla era tocar temas propios en castellano. Tenían razón y establecieron las nuevas reglas del juego.

Fundaron un circuito alternativo que, con idas y venidas, separaciones y transformaciones, es la base del que hoy existe. Por todas estas razones el nacimiento de la movida es un instante capital en la historia del rock en el Perú.

Mucha gente se vio involucrada. En gran medida esta es la crónica de un estallido generacional. Por eso he decidido dividirla en dos partes. La primera va desde los años oscuros del rock peruano hasta los pasos iniciales de las cinco bandas fundacionales: Leusemia, Narcosis, Autopsia, Guerrilla Urbana y Zcuela Crrada. La segunda se desarrolla en 1985 y cuenta el auge y posterior fragmentación de la movida.

LOS AÑOS PERDIDOS

El 5 de febrero de 1975, en plena huelga de la Policía, el grupo Sudamérica sacó a la venta un disco sencillo en el que utilizaban un teclado moog que luego sería propiedad de la legendaria banda de cumbia Los Destellos. Sudamérica era la prolongación de la que quizás sea la mayor saga del rock latinoamericano. En los sesenta se habían presentado sucesivamente como New Juggler Sound, Laghonia y, al comenzar la nueva década, como We All Together. En la segunda mitad de los setenta diversos miembros del colectivo lanzarían un puñado de 45s bajo diversos nombres –You, Etc y Sendas– que, junto al Volumen 2 de Telegraph Avenue y el disco homónimo de los poperos Breeze, fueron las únicas grabaciones realizadas durante los años oscuros del rock nacional. Sólo a partir de 1981, con el primer LP de Frágil y el sencillo de Up Lapsus –que contenía los temas El Astronauta Loco y Tormenta– los grupos peruanos volverían a registrar sistemáticamente sus propuestas musicales.

Factores políticos, sociales y musicales conspiraron para que en la segunda mitad de los setenta el rock entrara a la clandestinidad y, salvo excepciones, se tocaran exclusivamente covers en inglés. Sin embargo, pese a este panorama desolador, llegaron a desarrollarse dos escenas paralelas, una residencial y otra de barrio, que de alguna manera prefiguran la bifurcación que se dio en los ochenta entre la movida subterránea y la comercial.

Por un lado estaban bandas como Frágil, Nice, Mardi Gras, Clímax, Cuarzo o Crisis, de tendencia progresiva, que tocaban versiones calcadas de Yes, Genesis, Jethro Tull, King Crimson, y alguna que otra propuesta propia de las cuales no quedan registros. Se presentaban en cineclubs como el Don Bosco y auditorios como el del Olivar de San Isidro, el del colegio Santa Úrsula y el del Champagnat. De todos ellos, sólo Frágil evolucionó al punto de crearse un repertorio de temas propios en nuestro idioma y constituirse por propio derecho en el gran grupo de transición entre una época y otra.

El segundo circuito estaba constituido por grupos como Ácido, La Crema, La Mole, Esperma, Neurosis, Up Lapsus y algunos más, que tocaban en locales del Centro de Lima como el Cecil’s Rock Club, el Tommy Club Bar, el Primavera y La Caverna. No hay muchos datos sobre Up Lapsus y eso ha contribuido a su leyenda. Algunas fuentes dicen que eran de Comas y otras de La Victoria. Lo cierto es que el carisma de su líder, Juan Carlos Vega, conocido como el negro Neno, les había dado un jale tremendo en las zonas populares de la capital; las bandas callejeras de ‘cholos metaleros’, como se llamaban en esa época, eran sus fervientes seguidores. Muchos aseguran que tocaron en el Campo de Marte ante quince mil personas y que el canal 7 lo pasó por televisión. Como se trataba de una banda que recreaba canciones de Led Zeppelin, AC/DC, Grand Funk Railroad y Black Sabbath, muchas bandas de hard rock y metal de los ochentas consideraban a Up Lapsus un puente entre lo hecho por Tarkus y Pax y ellos; de ahí su carácter de eslabón perdido del rock pesado hecho en el Perú.

Las primeras voces que se alzaron demandando una escena rockera con características propias vinieron del lado de la prensa independiente. En 1978 salió a la venta el único número de la revista Rock del Sur, que luego pasaría a llamarse boletín, es decir, fanzine. La aventura estuvo dirigida por Estanislao Ruiz Floriano, a quien acompañaron un conjunto de melómanos ansiosos por romper el silencio, tanto así que incluso organizaron conciertos con grupos progresivos, de hard rock y de fusión. Aún no aparecían los no-músicos. En 1979, casi en el amanecer de la nueva década, surgió la revista Bemol, también de breve existencia. En sus páginas latía la nueva época. Sus artículos hablaban de Devo, The Cars y Blondie. Cada hoja estaba impresa de un color distinto, sea verde, morado u otro. Paralelamente, en Miraflores, en pleno Shell con parque Kennedy, había abierto la discoteca No Disco. El local albergaba a lo más graneado de la pituquería limeña y a extranjeros de paso por Lima, que bailaban con los últimos éxitos de la New Wave.

PRIMEROS GRITOS

La nueva década se inició con el paso de una larga dictadura a una democracia carcomida. Nos esperaba la crisis económica, la descomposición del Estado y la violencia política pero todavía nadie se daba cuenta. La generación que por aquel entonces vivía su adolescencia y su juventud había nacido a lo largo de los sesenta y hacía su tránsito del rock progresivo a los nuevos estilos. Estaban cambiando de paradigma. Ya no les interesaba la perfección técnica.
Más bien apreciaban la perfección de lo simple y de lo auténtico, tal como siempre fue el rock antes de que se adentrara en pretenciosos mestizajes sinfónicos. Habían llegado con una nueva actitud. Algunos salieron al frente.

El primer grupo punk peruano fue Anarquía, conformado por Martín Mefistófeles (batería), Enrique Punker (guitarra, bajo y voz) y Pedro Brujo (primera guitarra y coros). No tenían ningún tema propio, salvo alguna excepción que desconozco. Su repertorio consistía básicamente en covers de Sex Pistols y The Clash. Según un afiche reproducido en estas páginas en 1980 tocaron en un local ubicado en Jr. Camaná junto a El Acido (grupo paralelo de Octavio Castillo, de Frágil). Todos los testimonios que he recogido afirman que jamás llegaron a cuajar.

Otro grupo surgido casi al mismo tiempo que Anarquía, y quizás más importante, fue La Máquina del Rock, que luego pasaría a llamarse Kola Rock. Se trataba del proyecto personal del finado Edgar Barraza “Killowatt” quien, aunque solo hacía versiones, las interpretaba en castellano y con una inconfundible actitud callejera. Su carisma como performer y su volátil personalidad lo han convertido en objeto de culto. El cantante formaba parte de una mancha de rockeros del Rímac en la que también estaban David Pillman, Toño Infantes, Antonio “Tomatito” Arias y los hermanos Ricardo y Raúl Montañez –este último próximo guitarrista de Leusemia.

Del Pueblo, banda de La Victoria que presentó la primera propuesta realmente lograda de esta protoescena alternativa, salió a la luz paralelamente. Cualquier etiqueta les es insuficiente. Marginales y freaks incluso dentro la movida subterránea, su folk andino tremendamente urbano era en castellano y con temas propios, tal como reclamaba la generación.

Los melómanos se estaban agrupando en una serie de redes que poco a poco iban confluyendo. Otro grupo de patas, repartido en varios distritos, era el de Fernando “Cachorro” Vial (fundador de Narcosis), Carlos Troncoso, Paul Hurtado de Mendoza (DJ de la No Helden), Martín Berninzon (de Anarquía), José Eduardo Matute (de Guerrilla Urbana), Eddy Wenzara (dueño del Biz Pix) y otros más.

Paralelamente, en la Unidad Vecinal Número Tres, intercambiaban música Edwin Núñez (de Zcuela Crrada) y los hermanos Daniel y Guillermo Valdivia, más conocidos como Daniel F. y Kimba Vilis, fundadores de Leusemia. Por último hay que mencionar a la mancha de un barrio entre Lince y San Isidro en el que paraban Gonzalo Farfán, Gabriel Bellido y luego Guillermo Figueroa, quienes formarían Autopsia. Pero todavía faltaban años para que se subieran a un escenario. Sólo esperaban ávidamente cualquier vinilo que algún amigo trajera de fuera para copiarlo en decenas de casetes y hablaban de música, se emborrachaban con música, su vida entera giraba alrededor de la música.

En 1983, un colectivo de músicos que se debatían entre el progresivo, el hardrock y el folk rock formó AMUSI (Asociación de Músicos Itinerantes), primer intento de circuito alternativo surgido en el Perú, que agrupaba a bandas como Soljani, Abiosis (fundada en un temprano 1979), Temporal (donde militaba Toño Infantes, de la célula rockera del Rímac), Kotosh y otras más. Estaba gestionado por los propios grupos e incluso tenía una oficina en el jirón de la Unión donde se hacían reuniones, se daban clases o se preparaban conciertos. El único grupo subte que participó en sus actividades fue Leusemia, tanto así que Daniel F. declara haber ido a sus reuniones por año y medio. El proyecto fracasó tempranamente por desavenencias, actitudes informales y, según algunas versiones, incluso pendejadas.

El mismo 1983 fue testigo de la aparición de Óxido, la banda fundacional del heavy metal peruano. Su ejemplo daría inmediatamente paso a Masacre, Almas Inmortales y una serie de grupos que conformarían una escena paralela a la subterránea. Los metaleros constituyen un caso raro: a nivel mediático fueron prácticamente ignorados, pero sus escasos conciertos tenían una audiencia muy grande y un sonido que arrollaba en profesionalismo al de los subtes.

AÑO CERO

Definitivamente un hito fundamental en la historia de la movida fue la creación de Leusemia. Daniel y Kimba habían conocido a Leopoldo La Rosa (a) Leo Scoria, que en aquel tiempo era una suerte de punk gótico y quería tocar teclados. Aún no tenía la actitud ni el atuendo que al poco tiempo le ganó el apelativo de Syd Vicious peruano. Al no ajustarse al estilo de la banda, que por entonces ya tenía un repertorio basado en canciones de Daniel, tuvo que pasarse al bajo.
Esto ocurrió en julio de 1983. Ensayaban en Chacraríos, en el estudio de Víctor Quiroga, o en Sifuentes, en La Victoria. Tocaron en público por primera vez en La Caverna, uno de los locales clave de la escena del Centro de Lima en la segunda mitad de los 70. No estaban programados y entraron sin pagar entrada, acompañados por Edwin Zcuela. Era un amplio salón oscuro en el cual habían colocado un escenario de un metro de altura reservado para Up Lapsus. Al finalizar el concierto, cuando el local estaba casi vacío y solo se quedaban cincuenta personas, conchudazos, le rogaron a la banda que les prestara sus instrumentos. Subieron y tocaron un solo tema. No hubo mayor reacción. Este fue un debut no oficial. El verdadero se realizó en septiembre en el primer concierto de AMUSI, en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en el que tocaron dos canciones. Entre el público se encontraba Raúl Montañez, quien se incorporó al grupo en poco menos de un año. En ese lapso dieron varios conciertos en el Centro de Lima y los conos.

El Festirock de otoño, realizado el primero de junio de 1984, iba a ser el debut de Leusemia como cuarteto. Era su primer concierto en Miraflores. Aquella noche la Concha Acústica del Parque Salazar se encontraba repleta. La explanada estaba cubierta por un toldo que impedía que los sapos vieran el concierto desde arriba. Leusemia compartía cartel con Toilet Paper, White Horse (ambos con un repertorio de covers en inglés) y Dr. No (conformada por desorientados ex miembros de Telegraph Avenue). Ya habían ensayado con Montañez pero éste no tenía instrumento, así que confiaban en la solidaridad de algún compañero de escenario. Nadie los ayudó. Uno de los miembros de Dr. No, que acababa de regresar de Inglaterra, incluso quiso darles lecciones de punk. No les prestaron la guitarra y Montaña no tocó, pero cuando el trío salió al escenario, Daniel F. no se cortó: puta madre, nosotros somos Leusemia y tocamos temas propios, no como los huevones que vienen después de nosotros, canten en castellano, carajo… El público se dividió en dos. La mitad que estaba en desacuerdo armó bronca y comenzó a arrojar objetos al escenario. En medio del desorden alguien tiró el toldo. La leyenda dice que incluso hubo un apagón causado por un par de integrantes de Leusemia que bajaron la llave de la luz. Obviamente, la función se suspendió. Entre la audiencia se encontraban futuros integrantes de Pánico, Narcosis, Autopsia, Eutanasia, Conflicto Social, Excomulgados, Radicales, Guerrilla Urbana, Masacre y algunos más. Fue el comienzo de algo nuevo. Con los subtes la relación entre público y banda dio un giro definitivo: ambos eran intercambiables, estaban al mismo nivel, ahora todos podían tocar y subirse al escenario.

Los acontecimientos se sucedieron con progresiva velocidad. Narcosis ya estaba ensayando con su primera formación. Fernando “Cachorro” Vial, el fundador (ex Soljani), había reclutado a Álvaro “Gallito” Carrillo (voz) y Carlos Piccini (batería). No se sabe si tuvieron alguna vez bajista y se barajan varias versiones al respecto.

En cierta ocasión baterista Carlos Piccini abandonó la sala de ensayo para ir en busca de su enamorada. Entre la gente instalada en el recinto insonorizado se encontraba un colegial quien, aunque jamás había cogido las baquetas, intempestivamente se puso detrás de los tambores e impresionó al personal. Se trataba de Jorge “Pelo Parado” Madueño, quien obtuvo el cargo oficial de batero. Piccini fue choteado inmediatamente.

Poco después, el filósofo y estudioso del rock Pedro Cornejo y el recientemente fallecido José Eduardo Matute se pusieron a hacer bulla, iniciando un proyecto que acabó llamándose Guerrilla Urbana. Fue el grupo más agresivo de la movida, lo cual es un gran mérito. Completaron su formación cuando los leusémicos Leo Scoria y Kimba Vilis se incorporaron a la base rítmica.

En agosto de ese mismo año, Gonzalo “Púa” Farfán (guitarra), Gabriel Bellido (voz) y Guillermo Figueroa (batería) comenzaron a ensayar, debutando poco después en una kermesse del colegio Salazar de Miraflores, conocido centro de estudios para expulsados de colegios bien. Este fue el origen de Autopsia. Poco después entró a tocar bajo Silvio Ferroggiaro (a) Espátula Venérea. Un problema personal provocó la deserción del cantante. Al no haber nadie más, le pidieron a Silvio que intentase cubrir el puesto. En la audición todos quedaron impresionados. Tenía una garganta sobrehumana.

Había nacido el mejor gritante del hardcore nacional. El grupo recién cuajaría en 1985 previa reorganización.

Zcuela Crrada, también de la segunda mitad de 1984, era el proyecto de Edwin Núñez, vecino de Daniel y Kimba en la Unidad Vecinal número 3. La primera formación la completaban Kimba en la guitarra y Jaime Cero en la batería. Poco después se les unirían Mario Almanegra en el bajo y Arturo Insurgente en el saxo.

Los cinco grupos clásicos del rock subterráneo (que todavía no había asumido la etiqueta) se encontraban caminando. Leusemia, Narcosis, Zcuela Crrada, Autopsia y Guerrilla Urbana estaban listos para tomar la ciudad.

EL PRINCIPIO DE LA EXPLOSIÓN

En octubre de 1984 un grupo de estudiantes de arquitectura de la universidad Ricardo Palma llamado Los Bestias contactó a Leusemia y organizó el Bestiario número 1 –evento que incluía teatro, instalaciones y música. La parte sonora la completaban Adobe, Litto, Trance y otros más. Fue el principio de una estrecha colaboración. Los Bestias se encargaron de la escenografía de gran parte de los concierto de la época, muchos de los cuales organizaron. El colectivo, junto a Leo Scoria y los artistas plásticos Herbert Rodríguez y Jaime Higa, fueron sin duda los que más contribuyeron al aspecto visual de la puesta en escena subterránea.

Por eso algunos se han referido a una supuesta integración de las artes. Esta idea se vería reforzada por la proximidad de escritores, como aquellos pertenecientes al colectivo que editó las revistas Ómnibus y Macho Cabrío (principalmente Oscar Malca) y al grupo Kloaka (en especial Roger Santiváñez y Dalmacia Ruiz Rosas).

Casi inmediatamente después del primer Bestiario, el sábado 6 de octubre de 1984, se realizó una tocada en el pub New Carnaby, ubicado en el pasaje Los Pinos de Miraflores. Participaron Masacre, Narcosis y Leusemia (ver afiche). El primero de estos grupos, fundacional en el metal peruano, había empezado a compartir escenario con los subterráneos; además ayudaban con instrumentos y consejos a los nacientes Autopsia, a quienes conocían de su colegio, el Champagnat. Aún no existían la broncas entre punks y metaleros. La movida era mucho más inclusiva.

Por los días del Carnaby los Leusemia se asociaron con Alfredo Rosell, director de la revista Ave Rok. Esta publicación surgida en 1983 había sido la primera en su género en salir a los kioskos. Ya no se trataba de un fanzine hecho para lectura de unos cuantos elegidos sino de un medio al alcance de todos. El primer resultado de la sociedad fueron las dos fechas de la serie de conciertos titulados “El Rock Subterráneo ataca Lima”. La primera se llevó a cabo el 3 de noviembre con Del Pueblo presentando su ópera rock Posesiva de mí. La segunda se llevó a cabo el 17 de ese mes con los grupos Nieve Negra, Narcosis, Leusemia y Los Muchachos Exigentes de Benito Lacosta. Esta última banda estaba conformada por ‘Chini’ Polar, Octavio Susti y Jaime Bedoya, y se distinguiría por musicalizar poemas de Jorge Eduardo Eielson. Ambos acontecimientos se realizaron en el pub de La Palizada, en Miraflores. Fue la primera vez que se utilizó públicamente la etiqueta subterráneo, en parte para diferenciarse del membrete punk, que no solo no tenía en cuenta su esencia local, sino que les quedaba chico a nivel musical. No nos pronunciamos sobre la paternidad del nombre dada la cantidad de versiones enfrentadas.

Esa noche Narcosis debutó con su formación clásica: Cachorro, Pelo y Luis García (a) Wicho. Un par de semanas antes del concierto, que iba a ser su primer bolo pagado, el cantante Álvaro “Gallito” Carrillo anunció que no podría ir porque ese mismo día era su ceremonia de confirmación. Sin dudar, Cachorro llamó a Wicho, a quien conocía por sus intercambios musicales, como reemplazo. La química fue inmediata y se notó. El nuevo vocalista desbancó al antiguo, pero aceptó el puesto permanente solo si él estructuraba las canciones y trabajaban firmemente en una maqueta. Entonces la banda asumió la autogestión a cabalidad y comenzó a trabajar en lo que acabaría siendo el demo más pirateado del rock nacional, Primera Dosis, cuya influencia incluso tiene alcance continental.

Ya no había vuelta atrás. En 1985 los subterráneos tomarían la ciudad por asalto. Las cinco bandas vivirían su apogeo y su público y ellos mismos –a estas alturas eran indistinguibles– formarían un aluvión de grupos entre los que se contarían Pánico, Flema, Radicales, Éxodo, Eutanasia, Sociedad de Mierda, María Teta y Empujón Brutal, Salón Dadá, Delirios Krónikos, Valium, Kilómetro 11, Sarita Colonia y los Desgraciados, Excomulgados, Eructo Maldonado, Yndeseables, Seres Van, Feudales y muchos otros. Todo en un año. Un año en el que tocaron las puertas del cielo. Fue, tal como le dijo José Eduardo Matute al antropólogo norteamericano Shane Greene:
“Un momento muy mágico, muy bonito, muy ideal. Estábamos sobre una ola y no teníamos conciencia ni idea de lo que habíamos estado haciendo ni dónde estábamos parados. Era algo muy grande, más grande de lo que nosotros pensábamos que era. Estábamos encima de esa ola y era algo imparable. Y era todos los días y era intenso y era una solidaridad muy grande, algo que duró lo que duró y nunca más, nunca más”.

Mr. Brainwash: “If I believe it, it’s art for me”

  • Mr Brainwash
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Mr. Brainwash: “If I believe it, it’s art for me”

January 25, 2012
Mr. Brainwash, are you an art piece by Banksy?
What’s an art piece? Maybe I am. If you think about it, why not? I’m real; I am who I am. I’m continuing. What you see now is mine, Banksy has nothing to do with it. I’m here, it’s me. My life is my life; nobody’s going to take that from me. His life is his life. I mean, we have a connection, we have something that connected us for a movie, but life goes on.
Do you introduce yourself as Mr. Brainwash or Thierry Guetta?

Both names are the same – Mr. Brainwash a.k.a. Thierry Guetta. People know me as both names. It’s the same person.

What is the most important thing you’ve learned from Bansky?
If I learned anything from him, it would be passion. You know, two people meet each other and they connect. That’s why there is a movie about it because there was a connection from him to me and me to him. There is this connection that made something.
Were you ever tempted to tell people who he really is? A lot of people are interested in that and would pay a lot of money.
I don’t get bought out. I’m a real person with real trust and that’s how it is. You don’t need to know; it’s not going to make a difference if you know. It’s just going to serve a little problem in your head but it doesn’t make a difference.

How do you feel about Banksy stealing your film?
He didn’t steal my film.
So you let him have it?
No, we were involved together.
But it was your footage that he then turned into a movie.
So? It doesn’t matter. It’s that kind of film; he kind of put it together. It’s teamwork. It’s something that is done. A movie is not done by one person, it’s done with a lot of people. The editor did his work, the filmmaker did his work – it’s a whole thing all together.

Were there moments when you thought that this whole thing would go wrong and not work out?
I didn’t care, you know. I mean I go all the way and whatever happens happens. At least I don’t regret that I didn’t do it.
But there was money involved, right?
There is money involved. But money you can always make back. I think in life a situation cannot happen all the time. You have one moment in life that you decide to do something and you go all the way. I work with a passion and my passion is what drives me into craziness and sometimes craziness makes you do things that you don’t do normally.

Has making money changed the way you make art?
No, sometimes art without money is better art. Sometimes you do something better without money so money doesn’t make a difference. Money makes it happen that you can do bigger things. You can fly, you can go anywhere. It’s something that keeps you rolling and keeps you doing what you want to do in life.

But without money you wouldn’t be able to put on the exhibitions you do. You don’t actually make the art pieces yourself, you have people doing them for you, correct?
Not really the art, but some installations that’s for sure. I have a mind that is bigger than what people think. Sometimes I want something that is 20 feet high and it’s a television and I’m not going to be the one putting it together. It would take me the whole show to do it. So hiring some people to have what I have in my mind – it’s whatever it is. I get things done the way that I want it. So it doesn’t matter. Like, somebody who built the Eiffel tower, it’s not the artist who is going to build it. He’s going to have some other people that are going to build it for him and he’s going to be there to see the evolution of it and I guess everything else too. Like building a building, you know? Some people have it in their mind, they design it, and some people help to create it.

Can you draw?
Yeah, you know I’m good for me. I don’t know if I’m good for you. Art doesn’t have any way – art is freedom and you can do it any way you want. I can take a bottle and put it on top of this table and say this is art. If I believe it, it’s art for me, and it can be art for other people.

So what is the goal of your art?
What I want to bring to people is something that people can smile at and something that can be funny. It’s not playing jokes or being funny, it’s to be real and to do whatever you want. There are no rules in life, nobody can tell you the rules. You live your life and you’re trying to be the best at it and you’re trying to follow your dream and nobody’s going to stop it.
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Tu estudio musical: cinco detalles vitales para construirlo con éxito



Si ya te has decidido a construir tu propio estudio de grabación, o simplemente un control para grabar y mezclar tu música de género electrónico, o quizá una sala para masterización, te vamos a detallar y explicar cinco detalles vitales que te conviene tener muy en cuenta si quieres que tu propósito acabe con un rotundo éxito

1. La ubicación física

La ubicación de un estudio puede definir el mayor o menor éxito del mismo, por muchas y variadas razones: facilidad de acceso, aparcamiento, carga y descarga, proximidad de centros urbanos o todo lo contrario, para quienes buscan concentración y relax a la hora de grabar un álbum. La ubicación de un estudio define también, y en gran parte, el coste de la construcción. Un entorno ruidoso te obligará a invertir en un aislamiento más efectivo, para que puedas grabar a cualquier hora y en cualquier circunstancia de tráfico o climática.
De igual manera, un entorno muy tranquilo te obligará a un aislamiento responsable con relación a tus vecinos, para evitar conflictos o, incluso, que te echen del local y te cierren el negocio. Por eso, elegir una aldea para montar un estudio puede ser una buena idea, si la casa está lo suficientemente alejada de los vecinos más próximos, o si la casa está hecha de piedra “de la gorda”. Solo tienes que preocuparte con las ventanas puertas y tejado.
Un polígono industrial es otra buena ubicación, siempre que no te toque un almacén de camiones TIR al lado o una fábrica con maquinaria pesada de la que puede hacer vibrar el suelo más firme. Un edificio de oficinas puede ser una buena opción, principalmente si solo vas a currar por las tardes-noches. Definitivamente, la peor elección es un edificio de viviendas. Más adelante te lo explicaremos.

 2. Sus dimensiones

Si tu intención es tener una sala de grabación con 30 metros cuadrados y un control con 20 metros cuadrados, por poner un ejemplo de áreas relativamente comunes en estos días, ten en cuenta que las paredes y los techos no son de papel y que el tratamiento acústico no es una pintura mágica. Por lo tanto un local de 80 metros cuadrados, no te ha de quedar grande, ya que es una buena idea (obligatorio por ley) tener un aseo – a menos que llegues a un acuerdo con la cafetería de al lado – y también conviene tener un recibidor para que tus clientes o amigos puedan dejar las chaquetas.
En resumen, tienes que tener claro que si necesitas de un control de 20 metros cuadrados, se te irán por lo menos otros diez en el aislamiento y la acústica interna. Y esta regla se aplica a cualquiera de las salas de trabajo en el estudio. Con el pié derecho del local pasa lo mismo: invariablemente, tendrás que flotar el suelo y suspender el techo, y te quedarás con 50cm menos en tu altura disponible. Por eso cualquier local que tenga menos de 3 metros, ¡no es válido! Hazme caso.
imagine
Estudio ImagineSound, Barcelona

3. La finalidad y las cargas

Has de observar que según a lo que te dediques –música con instrumentos acústicos, electro-acústicos o eléctricos, publicidad, mezcla de cine o grabación de foley– el aislamiento es tu primer problema a resolver y, para eso, solo hay tres formas de darle solución o una forma híbrida de las tres.
a) Una de ellas es mantener la distancia suficiente entre todas las salas de tu estudio, pero eso puede significar un gasto absurdo de espacio útil. Te doy un ejemplo: una puerta acústica industrial que proporcione una reducción de unos 40dBA, cuando está instalada delante de otra igual, con un espacio entre ellas de unos 10cm, constituye un sistema cuya atenuación no excederá los 46dBA. Sin embargo, si las colocas a una distancia de uno o dos metros, consigues un aislamiento de unos 80dBA, siempre que las paredes donde se hayan montado no sean un punto débil del sistema. Aún sabiendo esto, no es práctico dejar metros de espacio entre salas.
b) Otra posibilidad es utilizar materiales muy rígidos. Los materiales muy rígidos, que no vibran con el espectro frecuencial de la música, tienen un comportamiento, acústicamente hablando, similar al de un espejo. Esto significa que toda la energía producida dentro de un espacio con techo, suelo y paredes muy rígidas tenderá a crear modos resonantes muy determinados (de acuerdo con sus dimensiones) que, por consiguiente, causarán una coloración inaceptable e incontrolable en el sonido percibido.
c) La masa es otra característica importante de un buen sistema de aislamiento, pero tiene como principal inconveniente las limitaciones impuestas por las cargas admisibles en suelos y techos. En un edificio de viviendas, las cargas admisibles suelen ser más bien modestas, mientras que en las naves industriales, las placas están reforzadas para admitir el paso de vehículos de grandes dimensiones y peso. Sin embargo, la mejor opción es siempre “tener los pies en el suelo”. Es decir la alternativa de montar el estudio en suelo firme es SIEMPRE la mejor, pues significa menos compromisos con problemas de carga admisible por metro cuadrado.
d) Por consiguiente un sistema híbrido, a base de materiales blandos y pesados, mezclados con materiales porosos y absorbentes que mantienen las distancias entre los varios elementos constructivos, suele dar buenos resultados en la mayoría de los casos. Planchas de cartón-yeso, membranas visco-elásticas, lanas minerales, estructuras de madera o suelos flotados de compuestos de madera y cementos, pueden garantizar excelentes resultados en locales donde las soleras de hormigón flotadas o las paredes de bloque, flotadas sobre goma, son una elección imposible.

4. El suministro eléctrico

Es muy importante tener claro que tu nuevo local esté preparado con un buen suministro de corriente (trifásico a poder ser) o que, por lo menos, lo puedas solicitar en caso de necesidad.
La práctica más adecuada es mantener la fase dedicada al Audio, totalmente separada de las restantes que se destinan a ventilación, calefacción y alumbrado, o fuerza en los pasillos para limpieza. La utilización de un neutro, por lo menos con la misma sección de cable que las fases, es muy recomendable, aunque el electricista de turno te pueda decir todo lo contrario.
Si tu local se ubica en el bajo de un edificio, asegúrate de que seas el primero en recibir el reparto de corriente, para que no te la ensucien con los rizados que lavadoras, lavavajillas, máquinas de aire acondicionado u otros electrodomésticos suelen devolver a la red eléctrica.
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Estudio Universidad de Vigo

5. La ventilación

La ventilación –no la confundas con el aire-acondicionadoes un asunto de enorme relevancia. Sin aire NO se respira. Por lo tanto, tu local tiene que estar capacitado para que podamos recoger aire, más o menos limpio, fuera del edificio, a través de un agujero en la pared y devolverlo a la calle, a través de otro agujero colocado, por lo menos, a cinco metros del de la entrada, de forma que evite una interrupción del circuito.
Los sistemas más recomendables son los de impulsión de aire, con salida pasiva o de caudal inferior, para garantizar la sobrepresión en las salas, de forma que se evite la entrada de polvo. La ventilación puede ser climatizada con la ayuda de bombas de frío y calor, evitando la utilización de los sistemas convencionales de aire acondicionado.
Cada sala debe disponer de un ventilador independiente, que emplee tubos de sección circular para optimizar la aerodinámica, y se debe evitar la utilización de plenos que acabarían interconectando varios espacios, disminuyendo así el aislamiento entre ellos. Una mejor aerodinámica es igual a más eficiencia, lo cual implica un menor gasto de corriente y, además, un menor ruido debido a la ventilación.
Artículo original de Sergio Castro, Director Gerente de Reflexion Arts

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